Mamá Miriam siempre fue una mujer activa, siempre un paso delante de todo: Muy cuidadosa en la formación y educación de sus hijos y enérgica al corregirlos, organizada y detallista en la elaboración de los alimentos, buena hija, hermana y tía, creativa y siempre deseosa de aprender.
Recuerdo que cuando era niño, ella me contó que su sueño de pequeña era ser enfermera, pero sólo estudió primaria, ya que en la época que ella vivió había mucho machismo, del cual mi abuelo, su amado padre "Don Goyo", no era la excepción, y a veces lloraba, nostálgica, recordando sus anhelos.
Recuerdo que aprendió a manejar auto en una conocida escuela de manejo, y se "atrevió" a conducir el auto de mi padre por la gran ciudad, cautelosa, respetando las reglas de tránsito, precavida... nunca tuvo una multa o infracción, honor al mérito para mamá.
Pero, desde hace varios días, traje a la actualidad un recuerdo de mi madre y sus deseos de aprender: Ella estudió en algún instituto o taller (no recuerdo el nombre del lugar), a diseñar manualmente rosas y otras flores artificiales, y en su acabado final, terminaba ubicando su "obra de arte" en un recipiente decorativo el cual ella llamaba "centro de mesa", y es que las flores, sean naturales o artificiales, adornan la casa, oficina y otros lugares con singular belleza y son fuente de paz, amor e inspiración.
Recuerdo a mamá sentada, trabajando en el diseño de sus flores, sus tijeras, su papel crepé, alambres delgados para forrarlos de verdor, cera para darle forma a los pétalos... sentada en la mesa de la casita de la avenida Brasil, trabajando hasta tarde en sus flores artificiales, cuya única fragancia emanaba del buen espíritu y sensibilidad de la persona que las creaba, mi mamá Miriam de mi corazón.
En los días sucesivos veía las flores listas, hermosas rosas rojas, ubicadas en un "centro de mesa" que mamá compraba, y que posteriormente vendía entre sus amistades, los cuales apreciaban mucho lo ofrecido por su calidad y hermosura, porque a pesar de ser artificiales tenían la belleza del espíritu de las manos que las crearon.
Y así, en una época de mi niñez, recuerdo a mi madre diseñando sus flores artificiales con paciencia y mucho amor, con vocación de artesana y corazón de buena madre, con lucidez propia de una niña que creció en el campo, junto a su perrito satélite y las frutas que vendió en el vagón.
Las ofrecía entre sus amistades, quienes con mucho aprecio por la calidad de los "Centros de mesa" que mamá diseñaba manualmente, compraban para ubicar los mismos en el centro de las mesas de sus comedores, algo muy clásico y tradicional en esas épocas.
Hoy mamá ya no está, pero me quedan estos bellos recuerdos y grandes ejemplos que me dio de perseverancia, fuerza y trabajo, de auto emplearse, de aprender, de luchar por ser mejor cada día, por colaborar con papá en llevar un sustento más a su hogar.
En este día de la madre del año 2022, y a casi tres años de su sensible partida, agradezco al Dios de mi vida y corazón por haberme permitido tener una noble mujer quién me dio la existencia, quien me cuidó cuando estuve enfermo, quién me abrazaba, besaba en la mejilla y sonreía en cada cumpleaños que pasaba junto a ella, quién a pesar de la dureza de su crianza fue piadosa y amorosa con todos los que la rodeaban, así fue mi madre, mi mamá Miriam alegre y reilona, triste y nostálgica, fuerte y honrada,,, digna...humana... de un inmenso corazón.
Mamá, estoy seguro que en la dimensión que estás, sigues diseñando las hermosas flores que con tanto amor creabas... tal vez nuestro buen Dios te nombró jardinera de las praderas celestiales.
Gracias mamá, eres la flor que siempre quise en mi jardín.
¡Feliz día de la Madre hasta la eternidad!
Marco Antonio Malca Delgado
Viernes 29 de abril del año 2022
03:13 am