Hola Zaida, te escribo desde la
soledad y el silencio de las 4 y 39 de la madrugada, para agradecerte
infinitamente por tus palabras de fuerza y amistad, por tus deseos de ver a los
niños y jóvenes de tu Callao y Perú cada día más buenos, cada día más educados.
El sábado 13 de agosto cuando te
visité, pude comprobar lo que siempre sucede con los que parten: “Fue una gran
persona”… “Ahora comprendo las veces que me corrigió”… “Esa maestra marcó mi
vida”… “Pensé que renegaba mucho, pero ahora me doy cuenta que anhelaba lo
mejor para mis hijos”… y es que la vida de nosotros los docentes es así: Un
trabajo de hormiga obrera que minuto a minuto, hora tras hora, día tras día,
mes a mes, año tras año va construyendo seres humanos que enfrentarán a la
sociedad gracias a la formación de sus maestros y maestras, un trabajo en
silencio, criticado e incomprendido sobre todo en el mundo de hoy.
En el Facebook institucional de
tu querido colegio “Santa Martha” tus colegas, ex alumnos y amistades
escribieron mensajes de amor y agradecimiento hermosos, y es un hecho real que
los merecías, cuanto hubiera dado por que te lo digan el día del maestro, y sé
que con la sencillez que te caracteriza hubieras dicho “Sólo deseo que Ustedes
sean buenas personas”, “Podrán decir de mí que soy renegona y exigente pero así
me formaron a mí y les exijo a mis alumnos para que sean los mejores” … tal vez esa hubiera sido tu respuesta.
Con tu partida a la eternidad
demostraste una vez más que no somos inmortales, dejaste nuevamente la lección
que debemos agradecer por lo bueno que hacemos cuando estamos vivos, es muy
fácil hacerlo cuando uno ya no está, es sencillo construir un busto en homenaje
cuando el ser humano ya partió… y cuando luchó por sus ideales y buscó lo mejor
para su comunidad hasta recibes rechazos y desprecios.
Zaidita, buena amiga, MAESTRA,
diste los mejores años de tu vida a la formación de niños y adolescentes,
fuiste leal a una sola escuela durante 53 años de servicio, te preocupaste por
el pago justo o no de tus compañeros de trabajo, llegaste temprano, barriste el
patio, trapeaste el piso, limpiaste tu oficina, le pasabas tu plantita de ruda
para la buena suerte, prendiste la velita al santito que representaba tu fe y
emprendías la mañana con tus alumnos, que con solo verte cambiaban de actitud,
se vestían mejor, se paraban derechos, era parte de lo que transmitías con
carácter y disciplina.
Querida GRAN MAESTRA te vas con
gloria, y dejas un mensaje trascendental a los educadores de tu país: “Exijan a
sus alumnos, no permitan que se desvíen por el camino de la ignorancia”.
Cuando una persona buena se va,
muchos la extrañan, por que dejan una huella que marcará sus vidas para
siempre, porque dejaron con sus acciones un mensaje de amor y deseos de hacer el bien… gracias mi
buena MAESTRA, nunca te olvidaré.
Dios los bendice siempre.
Marco Antonio Malca Delgado
Jueves 18 de agosto del 2016
5:09 am
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