¡Hola, Fuerza Aérea!
Hoy, mientras volaba rumbo al Medio Oriente, pude ver desde el cielo ciudades desoladas. No había calles ni aceras, solo ruinas que parecían abandonadas. Mi primer pensamiento fue: "¡Seguro que hubo un terremoto!". Desde lo alto, las aves podemos divisar ciudades enteras, el mar, el campo, paisajes hermosos...
De repente, el cansancio me venció y me posé en la copa de un árbol. Allí, una paloma mensajera me dejó un mensaje escrito: "Los seres humanos usan su inteligencia para construir aviones, basándose en nuestra anatomía. Pero, por lo general, los utilizan para matarse, para bombardear ciudades con misiles de 'última generación'. Los usaron para lanzar dos bombas atómicas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial, matando a miles de miles de sus semejantes".
Un águila, amigo mío y muy aficionado a la lectura, me contó que su abuelo —un pájaro noble— vivió la época en que los hermanos Wright lograron la hazaña de su primer vuelo exitoso, controlando su propio avión. Fue en 1903, en Estados Unidos. Lo admirable fue que aquel vuelo fue pacífico, con la visión de unir ciudades y países a través de vuelos motorizados. Y fíjense, esos diseños se inspiraron en nosotras, las aves pacíficas, esas que recorremos el mundo llevando nuestro canto de libertad.
Ahora, en pleno siglo XXI, los humanos fundan "fuerzas aéreas" y poseen aviones de combate con armas letales, como lo ocurrido recientemente entre Irán e Israel. Se bombardean y matan a inocentes, usando de forma miserable su talento y capacidad. Mueren niños, jóvenes, adultos y ancianos.
En sus mediocres muestras de poder, una gran cantidad de países invierten su dinero comprando aviones de guerra, equipados con armas que matan las ilusiones de paz global. Falsos líderes de países supuestamente "avanzados" y de "primer nivel" generan guerras donde otros pelean y mueren por intereses de personas que solo buscan enriquecerse.
Los dejo, seguiré volando por el mundo. Contaré la cantidad de aviones de guerra y los compararé con los de pasajeros. Seguro lloraré al saber que los humanos generan más guerras que paz, más odio que amor, más bombas que ayuda humanitaria.
Algún día soltaré desde el cielo la bomba atómica más letal para la humanidad: "La bomba de amor".
Dedicado a papá y mamá, quienes vuelan con alas de eternidad.
Marco Antonio Malca Delgado
Jueves 03 de julio del 2025
00:15 am