"Las comparaciones son odiosas", expresa un dicho de muchos años, lo cual significa que no es bueno, ni sensato, y que no conviene comparar personas o cosas entre si, a fin de evitar que alguien se sienta menospreciado, y porque cada persona tiene sus propios valores, personalidad y estilo.
Desde niño he sido partícipe en mi entorno familiar, amical y social de las comparaciones entre personas, deportistas, familias, colegios, ciudades, moda, música, países, color de piel, estatus económico y muchos otras más.
Recuerdo al padre de un amigo muy cercano, que al ver sus evaluaciones desaprobadas, le decía:
¡ Cómo puede ser posible que tengas estas notas! ¡Que vergüenza! ¡Yo era el mejor alumno de mi salón y recibía premios! Reflexión: Padre estableciendo comparaciones sobre su hijo, sintiéndose superior a el, dada su ventaja de autoridad y adultez sobre su vástago.
¿Quién es mejor Pelé o Maradona?, generando polémica entre los fanáticos del fútbol acerca de los talentos y habilidades de estos recordados ex futbolistas, llegando las comparaciones hasta los insultos entre hinchas de diferentes nacionalidades.
Raphael canta mejor que Julio Iglesias, eterna comparación que desde pequeño escuché, y es que estos famoso cantantes tienen un estilo tan distinto, pero que agradan a sus seguidores, sin embargo al ser humano pareciera que le encanta vivir de este tipo de análisis, muchas veces sin fundamento.
Los niños, quienes aprenden a comparar desde pequeños, ya que siguen el modelo de los adultos, no se salvan de ello: "Mi colegio es más grande que el tuyo, además tiene piscina, el tuyo es una cochinada", recuerdo esta expresión de un niño hace muchos años.
"El carro de mi viejo es Dogde y tiene ocho cilindros, el de tu papá es Hillman, y mi papá me dijo que ese carro no sirve para nada", dialogaban así dos niños de mi generación.
Las personas que viven comparando a otras, en un gran porcentaje quieren manipularnos y minar nuestra autoestima, y aparentemente ejercer un falso control, porque la comparación permanente es tal vez un ejercicio de humillación y menosprecio.
¿Qué debemos hacer para dejar las comparaciones de lado?
Un primer paso, lógico y coherente es renunciar de manera radical a toda comparación que haga daño, como los ejemplos reales que compartí líneas arriba... ¿Significa que sí podemos comparar?
Definitivamente, si la comparación que vamos a hacer es acerca de un producto, sus facultades y calidad, así como también la viabilidad de adquirirlo no será algo dañino, ni discriminativo.
En el plano material, las personas establecen comparaciones entre precios y calidad, y después adquieren productos de diversa índole en base a su realidad económica y necesidades.
La situación que genera conflictos y desavenencias es cuando vivimos bajo la cultura de la comparación entre personas, comunidades, países, artistas, moda, raza, música entre otros.
Mi enamorada es más bonita que la tuya porque tiene ojos verdes, recuerdo esa expresión de un amigo de la adolescencia... Mi jean Levis es original, me lo trajeron de estados unidos, no como el tuyo que es de ambulante... Gabriel García Márquez fue mejor escritor que Mario Vargas Llosa, desatando polémica entre sus lectores... Mi mamá cocina mejor que la tuya... Los Beatles eran mejores que los Bee Gees … El Tequila Mexicano es mejor que el Pisco Sour Peruano... Alianza es mejor que la U... La marina es mejor que el ejército... Las morenas son mejores que las rubias... El Islamismo es más profundo que el Catolicismo... El vino Chileno es mejor que el Argentino... Luciano Pavarotti es mejor que Plácido Domingo... y así los seres humanos seguimos enfrascados en el mundo de las comparaciones, en gran parte absurdas, ya que si se trata de seres humanos, lo primero que debemos tener en consideración es que cada persona es única e irrepetible, y que transitan por la vida demostrando sus talentos, competencias, habilidades, espiritualidad y capacidad entre tantos valores y destrezas.
No perdamos el tiempo comparando personas, más bien hagamos el firme compromiso de valorar a cada cual como seres auténticos, gozando de su inteligencia e ingenio.
Doy gracias a mis familiares y amigos por ser cada cual extraordinariamente diferentes, aprendiendo lo mejor de cada uno de ellos.
Dios los bendice.
Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 06 de diciembre del 2020
21:50 pm
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