Eran los primeros días del mes de enero del presente año 2024, muy temprano por la mañana caminaba a paso largo, haciendo deporte y recuperando mi tendón de Aquiles, y siempre llevo conmigo una toalla, utensilio necesario para secarme el sudor.
La toalla la había colocado sobre mis hombros, caminaba a paso veloz, ya estaba de retorno a mi casa, y me doy cuenta que no le llevaba conmigo, se había caído en el trayecto sin que me diera cuenta.
Seguía caminando, y expresé para mi mismo: " Bueno, no importa, total, es sólo una toalla. Además ya está usada", y seguí caminando...
Pero me sentí extraño, algo me decía que mi forma de pensar y la decisión que tomé no era la adecuada, dudaba sobre la misma.
Entonces me detuve radicalmente y expresé: " Voy a buscar mi toalla, se debe haber caído al suelo, espero encontrarla", y empecé a caminar despacio por la ruta por donde hago mis caminatas, observaba la vereda, la pista y las puertas, jardines y ventanas de las casas y calles por donde había pasado, hasta que, después de casi 12 cuadras, logré encontrarla, alguien la recogió del piso y la colocó sobre unas rejas de madera de la parte externa de una casa.
Cuando tuve la toalla conmigo nuevamente, sentí una gran satisfacción en cuanto a mi decisión, ya que tranquilamente podía haber continuado mi camino y olvidarme de ese pedazo de tela de felpa, pero la enseñanza que me dejó esta sencilla experiencia fue más allá de lo que imaginé.
La "toalla perdida" se convirtió en un gran reto de "recuperar al amigo perdido", ya que sentí que algo me faltaba, y que mi primera decisión, la de olvidarme de la misma, era la más fácil, la de "bueno pues, qué importa, ya tendré otra nueva"... en realidad no fue la mejor forma de pensar y de actuar.
Seguro que a ti también te ha ocurrido algo similar, que cuando pierdes algo material, algo tan simple como la toalla en mención, lo ignoras, lo dejas de lado, pasa a segundo plano, pero me imaginé que la toalla era un ser especial el cual había perdido, y para recuperarla debía regresar paso a paso, debía observar bien el camino, y en ese paso a paso, conseguir que vuelva conmigo.
La "toalla perdida", fue un buen ejemplo del "hacer la pauta" para recuperar lo perdido, del "no correr" para poder ver bien el camino, del "no mirar sólo el piso", sino también las puertas, las ventanas y las rejas, la pista, los parques y jardines, o tal vez un amor que ya se fue pero anhelas recuperar, anhelas su retorno porque sientes que es parte de tu ADN espiritual.
Cuando pierdas algo, no te conformes con el "bueno, no importa", ya tendré "otra toalla", si en realidad sientes que es algo importante para ti, regresa en su búsqueda, lucha por encontrar lo perdido, recuperarlo, abrazarlo, limpiarlo, tratarlo como lo más valioso de la vida, como ese gran amor que la vida te da y que empieza por el amor propio y la autoestima.
Gracias toalla vieja, gracias porque te encontré, te abracé y lavé, gracias porque secas mi día a día, porque conoces mi cuerpo, gracias a la buena persona que te encontró y dejó a un costado, tal vez pensando en que "pronto vendrá alguien para llevarla consigo", y así fue...
Hay "toallas hermosas" que ya no pude recuperar, como "Mamá Miriam", la "toalla hecha mujer" que me dio la vida, y que un 09 de junio del año 2019 partió a la eternidad, o Nacho, esa "Toalla amigo" que acompañé espiritualmente, hasta que partió a la otra dimensión.
Que locura ¿No?, todo lo que una "toalla perdida" me pudo enseñar.
Así es la vida, es una enseñanza del día a día, es un despertar y dormir, es un caminar y parar, es un reír y llorar, es hermosa, a pesar de todo.
Sigo caminando, tendré más cuidado en no perder la "toalla de mi existencia".
Dios los bendice
Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 21 de enero del 2024
23:06 pm