martes, 2 de enero de 2024

LAS "BONITAS" DEL SALÓN

Era tutor de primero de secundaria, de un colegio católico de reconocimiento internacional, el aula era mixta, y los estudiantes eran de clase media alta, es decir de familias "pudientes".

Las alumnas, niñas entre los 12 y 13 años de edad, experimentaban cambios físicos, psicológicos y emocionales, agregado a ello, el ser "selectivas" al elegir sus amistades, tanto en el aula de clase como de los demás salones del colegio.

Carmencita (así la llamaré) caminaba triste y sola a la hora de los recreos, y como tutor la observaba en el cotidiano: sentada en el patio comiendo su sándwich, o mirando como jugaban sus demás compañeros, pero ella no participaba.

Hasta que decidí no esperar a que pase mucho tiempo y le dije: "Carmencita, siempre te veo sola en los recreos y no participas de los juegos con tus compañeros" ¿Sucede algo que no sepa?

Mi alumna se vio sorprendida cuando le hice la pregunta, me miró, y corrió hacia mi, me abrazó y lloró desconsoladamente.

La abracé como un padre abraza a su hija, la tranquilicé y le dije que me contara lo que venía sucediendo.

Sus compañeras del salón, la habían apartado del grupo, y como ella lo dijo: "porque era fea" y "antipática", a lo que respondí: "Querida Carmencita, tu alegría, hermosura y bondad es el regalo más bonito que recibo de ti todos los días, no te preocupes, hablaré con tus compañeras".

¡No profesor! ¡Por favor no lo haga! Ellas me tendrán cólera y seguirán apartándome.

No te preocupes, tu sigue acercándote a ellas y las observaré a la distancia...

Al día siguiente, a una distancia prudencial y sin que se dieran cuenta, vi como sus compañeras "Las bonitas del salón" hacían un círculo semi abierto en el recreo, y dialogaban entre ellas, y cuando Carmencita se acercaba cerraban inmediatamente el círculo, discriminando a su compañera, causando en ella una gran "herida" emocional.

En el segundo recreo, reuní a las alumnas en el salón, conversé con ellas con firmeza y sentido reflexivo, les dije: ¿Cómo puede ser posible que ustedes hagan sentir tan mal a su compañera? ¿Sus padres las forman de esa manera, discriminando, ofendiendo, sin valorar la amistad de una buena compañera? Lo lamento, debo citar a sus padres en forma urgente.

Y así lo hice, convoqué a los padres de las alumnas y en presencia de ellas les mostré las cámaras y las acciones de sus hijas cuando Carmencita se acercaba a ellas en los recreos.

Los padres se indignaron, llamaron la atención a sus hijas y les dijeron que tendrán que acatar el "castigo" que el colegio les impondrá.

"Más que castigo, debemos saber si mis alumnas sienten que han actuado indebidamente", expresé a los padres de familia.

Mis alumnas ("las bonitas"), estaban cabizbajas, muy preocupadas, al parecer en ese momento más por el castigo que por el agravio a su compañera.

"Señores padres de familia, tengo la solución ", expresé: "Sus hijas se disculparán públicamente, ya que el daño ha sido causado en el patio y en el aula", "pero la única condición es que antes de disculparse, reconozcan de "corazón" que se han equivocado, que han dañado la autoestima de una buena compañera del salón, les daré de plazo dos días para que lo piensen".

Pasaron los dos días, y las ocho alumnas que hicieron sentir mal a Carmencita se acercaron en el primer recreo y expresaron: "Profesor Marco Antonio, reconocemos nuestro error, hemos ofendido a nuestra compañera y nos sentimos avergonzadas, por favor discúlpenos, le pediremos disculpas públicamente".

¿Lo dicen de miedo al "castigo" o lo expresan de "corazón"?

"No profesor, lo decimos de corazón".

Y así fue, en la sesión de tutoría invité a las alumnas que ofendieron a su compañera a que pasen adelante, invité a Carmencita a ponerse de pie, y cada compañera expresó palabras de disculpas a su compañera.

"Carmencita, perdóname por haberte apartado del grupo, por haberte hecho sentir mal, te prometo que eso ya no ocurrirá", expresó una compañera con lágrimas en los ojos.

Sus demás compañeras expresaron algo similar. Lo más emotivo fue cuando invité a la compañera agraviada adelante, ya que sus compañeras deseaban darle la mano en señal de disculpas, pero pasó algo "natural", algo que sólo corazones buenos hacen en una reconciliación: "se abrazaron y lloraron, y le prometieron que ya no iba a suceder y que ella es parte del grupo".

Luego del lo narrado, les dije que anhelaba que eso no sea "flor de un día", y que el tiempo dirá si han cumplido su promesa, y si han aprendido a valorar a su compañera y a todo miembro de la comunidad educativa y de su entorno, y puedo dar fe que lo acontecido tocó las mentes y corazones de mis alumnas de primero de secundaria, logrando un cambio positivo en sus relaciones humanas y valoración de las personas.

Carmencita ahora tiene 27 años aproximadamente, y hace poco le escribí saludándola por su cumpleaños, y su respuesta fue:

"Muchas gracias por sus saludos mi querido profesor, nunca olvidaré lo que hizo por mi".

Esas expresiones de mi alumna, me emocionaron en el alma, y me hizo sentir lo trascendente que es corregir a los niños o jóvenes en su debido momento.

Sé que sus ex compañeras también son personas de bien, y que nunca más actuaron en forma discriminatoria contra con sus semejantes, aprendieron a valorar a las personas por sus buenos sentimientos y bondad.   

¿Saben? Estas líneas me recuerdan mis épocas de escolar, ya que en algún momento pasé algo similar a lo acontecido con Carmencita, causándome un gran daño emocional.

Como Educadores, debemos buscar corregir y no sancionar, la misma puede pasar sin efecto alguno, pero una corrección bien reflexionada a tiempo cambia a las personas, en especial a los menores que están en etapa de formación escolar.

Gracias mi alumna Carmencita, me siento feliz de haberte conocido y ser tu tutor.

Creo que cumplí mi misión.

Marco Antonio Malca Delgado

02 de enero del 2024

18:15 pm                

                 

2 comentarios:

  1. Felicitaciones MA, estar atentos como educadores en la formación de los estudiantes origina cambios importantes en el futuro de ellos y su entorno. Aprecio mucho lo leído hoy. Saludos

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  2. Que emotivo artículo, estimado Marco Antonio. Que gran responsabilidad tenemos los maestros! Gracias por dejar huella y por compartir tu sentir. Siempre es un verdadero placer leerte

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