Un sábado, muy temprano por la mañana, fui a trotar, actividad deportiva que es una de mis favoritas desde niño, así iniciaba un día soleado y lleno de ilusiones.
Al ingresar al mercado cercano a mi hogar con la finalidad de tomar un jugo de papaya, escuché a lo lejos una música peruana de estilo andino, de pronto escuché unos zapateos fuertes y gritos agudos, aparecieron dos hombres jóvenes vestidos con trajes típicos de la sierra central del Perú: Camisa blanca con filigranas, pantalón negro, chaleco oscuro con colores brillantes, zapatos de charol y sombrero negro...eran dos personas ganándose la vida bailando una hermosa danza típica del Perú llamada "Huaylas", en realidad no pensé presenciar un espectáculo artístico de música folklórica peruana al iniciar el día.
Cualquier persona al leer lo descrito líneas arriba expresaría: ¿Y? ya pues...es una danza típica nada más...es gente que se gana la vida y punto...no sé por qué magnificas esa actividad.
Pero, desde mi punto de vista lo que presencié va más allá de lo rutinario, "Cualquiera puede bailar" lo entiendo, es más, hasta lo bailo mal e igual la gente me da una limosna por compasión, pero...cuando sucede lo inesperado tal vez cambiarías de opinión.
Estos "trabajadores callejeros de las danzas peruanas", no sólo dejaban lo mejor de ellos en cada paso que daban, en cada zapateo, en cada grito, en cada sonrisa, ellos no bailaban para que los demás se compadezcan y les regalen una limosna, ellos bailaban el huaylas con mucha energía, resaltando la identidad con la patria y su rico folclor, cuando terminaban de danzar explicaban a la gente la procedencia de la danza, su mística y significado en quechua, los años que se viene danzando, desde cuando forma parte de la historia de las danzas andinas del Perú, la identidad y la pasión que provoca en el público cuando participan activamente de tan hermosa música y danza peruana.
Una vez más me convencí que lo que hagamos a todo nivel, si lo hacemos con alta vocación, creatividad y compromiso, será muy valorado por el entorno, ya que al actuar en esa dimensión, en la que dejamos la vida por lo que hacemos, provocaremos de manera natural que los demás nos sigan, como cuando un sacerdote celebra una misa con alta devoción, un cantante de opera hace llorar a los espectadores de una opera, un maestro inspira a sus alumnos,etc.
Vayamos por el mundo alegres a pesar de los problemas o circunstancias que podamos estar experimentando, muchas veces no nos damos cuanta del tesoro que poseemos, que es nuestra buena salud y trabajo, nuestra familia y verdaderos amigos.
Busquemos el por qué de nuestra existencia, y así como los señores danzantes, demos lo mejor de nosotros, que se sientan nuestros pasos enérgicos, nuestros gritos de justicia, paz y unión.
Hasta pronto hermanos, me voy bailando un hermoso "Huaylas" peruano...
Dios los bendice.
Marco Antonio Malca Delgado
Miércoles 03 de abril del 2019
12:01 pm
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