Roberto es mi padre, un hombre de 82 años que a pesar de las circunstancias de salud propias de su edad mantiene su lucidez, aunque a veces obvia algunas cosas, lucha por tener buena salud.
Hoy domingo en casa me dijo que lo acompañara a tomar lonche, y preparamos las tazas, el pan, mi hermana me invitó la mitad de una palta, y mientras tomaba mi café, empezábamos a dialogar sobre diferentes momentos de su vida, su niñez en su hermoso puerto de Pacasmayo, sus estudios de primaria y secundaria, las limitaciones de una familia modesta donde tenían que caminar sin zapatos para que les dure todo el año el único par que tenía para asistir a la escuela, pero lo expresaba con serenidad, es decir, sin tristeza ni resentimientos hacia Celia y Alberto, sus padres; mis abuelos.
Luego dialogamos sobre sus estudios de secundaria, ya que en una oportunidad me contó que mi abuelo Alberto estaba dudando sobre enviarlo a la escuela secundaria: "Celia, me han dicho que en secundaria les piden útiles muy caros, no sé si me alcance para enviar a Roberto a estudiar"... "Mira Alberto, a mi hijo lo enviarás a estudiar, a mi no me compres nada, si es posible caminaré sin zapatos para que mi hijos estudie"... emocionante, determinante y valiente respuesta de mi abuela, a quién recuerdo con gran cariño, cuánto quisiera tener su valentía en los momentos cruciales de mi vida.
Cuando mi padre compartió conmigo ese momento de su vida, su voz se quebró, recordando ese hermoso gesto de amor y la firme decisión de una madre de no permitir que su hijo sea uno más del montón.
Seguimos nuestra conversación, yo estaba emocionado, miraba a mi padre fijamente y en mi mente y corazón daba gracias a Dios por compartir tan sentidos momentos con un hombre que tuvo que trabajar desde niño, quedarse a trabajar un año en el puerto que lo vio nacer para buscar un mejor destino en Lima, donde vive desde hace 60 años.
Seguimos nuestra sentida plática de domingo por la noche en el silencio del comedor de la casa, esa casa que con esfuerzo pudo adquirir hace 42 años, y que siempre me recuerda que también es mi hogar.
Hoy domingo doy gracias a Dios por haber compartido un momento entre padre e hijo, un alto en nuestra historia que quedará grabado en mi mente y en mi corazón, sobre todo cuando mi padre me dice: "Que interesante que son nuestras conversaciones", aunque también quisiera tocar temas de vida, en este año tan sentido para mi, donde el único que conoce lo que siente mi corazón es el Señor de los Milagros de mi mamita Celia, ese Dios espíritu que la hizo mantenerse con fe a lo largo de su vida.
Gracias papá, eres un buen hombre, seguiremos conversando y tal vez me comprendas cada día más, es difícil leer en las mentes y corazones de la personas, sé que me conoces y me quieres, es por eso que me alegra conversar contigo, donde también recordamos el aroma y belleza de los nardos que amaba mamá.
Papá, hoy como todos los días me acostaré tarde, me mantendré ocupado para lograr tener sueño, rezaré por tu salud, y por mis sueños y anhelos, te pido que lo hagas también por mí.
Mamá ya no está en casa, está con Dios, ahora vive por siempre en el corazón de mi padre, su energía le da valor para seguir adelante, y seguir caminando por la vida con fe y devoción.
Hasta mañana papá, fue una gran bendición dialogar contigo, cuando reces dile a nuestro Dios que lo amo con todo mi corazón.
Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 24 de octubre del 2021
22:35 pm