jueves, 14 de octubre de 2021

MI RECONCILIACIÓN CON ESTHER

La vida siempre nos da sorpresas, en el momento menos pensado puede suceder algo inesperado.

"Los tiempos de Dios son perfectos", señalan las escrituras y afirmamos las personas de fe, y eso parece que aconteció en mi vida reciente, específicamente esta semana, cuando repentinamente Beto, un amigo que estudió conmigo en primaria en un conocido colegio católico, y que no supe nada de él desde hace muchos años, me contactó a través de la maravilla del internet, y expresó que había establecido contacto con otros amigos de aquellos años maravillosos, y con la señorita Esther, nuestra profesora que nos enseñó desde "transición", lo que ahora es primer grado de primaria.

La verdad no me emocionaba tanto el poder contactar con la maestra, ya que por muchos años recordaba los maltratos que sufrí de parte de ella: Castigarme físicamente en el colegio y que el mismo castigo se extendiera en mi casa era algo "común" en esa época de mis estudios del nivel primaría, entre los años 1972 a 1977, el castigarme hasta las lágrimas, y al verme llorar ponerme un macetero a la altura de mis pies y que me dijera "Llora, sigue llorando para que tus lágrimas rieguen las plantas", fue una humillación que nunca pude olvidar, hasta el día de ayer...

Recuerdo haber escrito un artículo en este blog dedicado a la maestra Esther, donde expresé que decidí ser educador, para nunca tratar a los alumnos como ella me trató, pero, para ser justo, obvié algunos aspectos positivos que existe en todo maestro: nos enseñó a ser formales y vestir adecuadamente, nos exigió ser puntuales y cumplidos, reforzó los valores que venían desde la casa, como tener siempre en el bolsillo un pañuelo y papel higiénico, a tener los zapatos limpios, a respetar el templo cuando acudíamos a misa, etc.

En el grupo que formó Beto, estaba el número de celular de la "señorita Esther", antes a las profesoras no las llamábamos "Miss" como se les dice ahora, era común decir a nuestros padres: "Mamá, mi señorita nos ha pedido colores", "Mi señorita quiere hablar contigo",etc.

Al ver el número de celular de mi "Señorita Esther", tomé la decisión inicial de no llamarla, ya que había prometido nunca más hablar con ella, pero al tener su teléfono, lo primero que se me ocurrió en mis pensamientos fue: "La llamaré para sacarle en cara todo lo que me hizo", "Es mi gran oportunidad para que sepa como me sentí cuando fui  un niño",etc.

El día de ayer por la  noche, la llamé y a los pocos segundos escuché una voz tranquila, apacible, pausada, la saludé y le dije mi nombre, me saludó y me dijo que se sentía muy feliz al saber de mí y que la haya llamado, recordamos las épocas en que me enseñó junto a mis compañeros de aquella época, recordamos anécdotas, canciones, la primera comunión, los paseos y días  de deporte en el colegio... y cada vez que me hablaba, sentía que mi resentimiento se iba consumiendo, para convertirse en alegría de escucharla, en saber que aquella profesora de 24 años cuando me enseñó, ahora está próxima a cumplir 80, y que tengo la bendición de tener con vida a la única maestra que me conoció cuando tenía 6 años, en aquel aula "transición A", donde di mis primeros pasos como alumno de escuela.

En nuestro diálogo, olvidé por completo los resentimientos que tenía desde hace muchos años, y logré sentir paz por primera vez al escucharla, al dialogar sobre particularidades de su profesión docente que es la mía también, al contarme como el profesor Ciro, su amor de toda la vida murió en sus brazos, fue muy conmovedor y aleccionador dada su fe en Dios y las fuerzas que tuvo para seguir adelante.

Ella es Esther, una maestra de los 70s en adelante, una educadora exigente que el paso de los años fue cambiando, la hizo más humana y más sensible, la convirtió en una maravillosa mujer.

¿Saben? Ya no le reclamaré por lo que me hizo, ya la perdoné en mente y corazón, debo entender que ella actuaba así dada la época, donde inclusive hasta el padre director nos castigaba físicamente, hoy las cosas han cambiado radicalmente.

Me despedí de "mi señorita Esther", prometiendo llamarla nuevamente, y así lo haré, ya olvidé la humillación que sin querer hizo conmigo, ya olvidé los malos tratos, sólo pienso en lo bueno que forjó en mi, me concentraré siempre en eso, en la disciplina que me inculcó, y que a pesar de tener muchas carencias me sirven hasta hoy.

Tengo tanto que contar... tanto que escribir sobre ella, pero lo que deseo hoy es dar gracias a Dios por borrar de mí la huella triste que dejó en mi vida, mi madre tuviera la misma edad de mi señorita Esther en la actualidad, ella es tal vez una de las pocas personas que me conocieron en la etapa tan hermosa de la niñez.

Tengo aún muchas huellas tristes que debo borrar en mi vida, y lo lograré con mucho amor en mi mente, corazón y acciones, lo prometo de corazón.

Gracias Señorita Esther, te quiero mucho, te acompañaré hasta el horizonte.

Gracias Dios.

Marco Antonio Malca Delgado

Jueves 14 de Octubre del 2021

23:55 pm                 

            

  

6 comentarios:

  1. Te agradezco por compartir la historia de la "señorita Esther" y la tranquilidad que conseguiste al perdonar las huellas y los recuerdos negativos que su accionar dejó en ti. Esta historia puede ayudar a reflexionar a muchos docentes, que si bien no realizan violencia física, la forma de responder, de mirar o simplemente el lenguaje no verbal puede lastimar y marcar en los estudiantes. Estamos aún en la constante lucha por erradicar todo tipo de violencia y es momento que todos los que abrazamos esta noble y digna profesión consideremos la trascendencia con el ejemplo y con la formación de buenas personas. ¡Gracias por la historia!

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    1. Gracias a ti por tu aleccionador comentario estimada Regina, un abrazo grande.

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  2. Querido Marquito, te dije que leería con atención y así lo hice, me alegra muchísimo saber que tu corazón se libera. Muchas personas se sentirán identificadas con tu tierno relato y ayudarás a muchos que han pasado por lo mismo y más a desprenderse de esos momentos que hoy ya son pasado, rescatando sus corazones de ese sentimiento de dolor que lejos de sumar, restan en la vida.
    Gracias por ser.xomo.eres
    Tu amiga
    Milu

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    1. Muchas gracias por tu tiempo para leer mis líneas querida Miluskita. Deseo que Dios te colme de bendiciones por siempre. Gracias por ser mi amiga, gracias por existir.

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  3. El perdón es es el sentimiento más importante de la vida, sin el no podemos ofrecer amor a nuestros hermanos, hay situaciones que nos marcan nuestras vidas, pero creo debemos recordar hermano Marco, que son enseñanzas de vida y Dios permite que suceda para nuestro crecimiento, además de las situaciones que para el humano común son malas, es porque no hay crecimiento espiritual pero hoy que somos creyentes vemos las cosas de una manera positiva, la forma más importante de demostrar nuestra fe y confianza en nuestro señor Jesucristo y Dios Padre.
    Un abrazo hermano Marco un gusto como siempre leer tu blog.
    Mario Uribe.

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    1. Muchas gracias por tus sentidas expresiones querido hermano Mario. Dios te bendiga grandemente.

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