Hoy recuerdo la primera vez que ingresé a un aula, en una conocida escuela Marianista del Callao, tenía 19 años, y fue gracias al apoyo de mi querido amigo de toda la vida Julio Eduardo.
Gordo: ¿ Deseas reemplazarme dictando clases de inglés sólo en el primer bimestre ?
En esa época, el año 1987, yo trabajaba como vendedor de electrodomésticos, y las comisiones que ganaba me servían para ayudar en mi casa y buscar qué estudiar, pero dentro de ese pensamiento no pasaba por mi mente la enseñanza, hasta que llegó un día especial entre marzo y abril, donde con mucha ilusión ingresé a un aula de 5to grado de primaria.
Fui recibido por más de 50 "angelitos", y estaba acompañado de mi amigo Eduardo, quién me brindó las orientaciones generales para las sesiones de aprendizaje.
Al comienzo, sólo me dedicaba a "llenar" la pizarra, escribía todas las horas de clase, y sentía temor al estar frente a mis alumnos... pero poco a poco fui "despegando", perdiendo el miedo, fui tomando confianza en mi mismo para dictar clases las cuales recuerdo con todo mi corazón.
Inclusive, acudía a trabajar vestido informalmente, hasta que fui recibiendo consejos de docentes mucho mayores que yo en esa época, y me hicieron ver que el docente verdaderamente profesional, debe presentarse adecuadamente vestido frente a sus alumnos, ya que eso no da mayor prestancia a los profesionales de la educación.
Han pasado 37 años, y aún siento la llama viva de mi vocación docente, que aunque con logros, fracasos y retos han marcado en mi existencia realización y aprendizaje, mi profesión me ha hecho entender que soy un aprendiz en el aula de la vida, y que todos los días tenemos la gran oportunidad de crecer y ofrecer lo mejor de nosotros.
Con casi 10,000 ex alumnos, doy gracias al Dios inmenso de la vida por haberme bendecido con tan bella misión, y a los maestros que a lo largo de mi trayectoria han contribuido en mi desarrollo con su experiencia, profesionalismo, consejos y llamadas de atención inclusive.
Ofrezco disculpas a aquellos docentes e inmediatos superiores que tuve, que en su momento me corrigieron y que a cambio obtuvieron mi rechazo, la soberbia tonta de un docente joven y sin experiencia provocaron esas actitudes.
Ya por terminar, quiero agradecer infinitamente a la razón de ser de mi vida profesional: Mis "ex alumnos/as", a quienes recuerdo con inmenso cariño y que de ellos también aprendí lo mejor: Gracias Michel Valente, Christian Cueto, Christian Matta, Marco Villegas, Renato Toledo, Daniel Flores y varios más que ya descansan en la eternidad del supremo, y a mis buenos ex alumnos que aún transitan haciendo el bien por el mundo entero.
Agradezco también a los docentes que contribuyeron en mi formación profesional a lo largo de 37 años, a los religiosos que me dejaron tantas lecciones, al mejor director que tuve en mi vida, el hermano Ludolfo Ojeda y Ojeda, a mi maestra de primaria Esther, quién con más de 80 años de edad, aún mantiene contacto conmigo.
No sé cuando se acabará esta historia, y anhelo que el día que culmine sienta paz en mi mente y corazón al estar seguro que lo único que siempre anhelé, fue una buena educación para mis alumnos, comunidad y patria.
Maestro soy, enseñaré hasta el horizonte de mi vida.
Que así sea...
Marco Antonio Malca Delgado
30 de mayo del 2024
17:06 pm
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