Hola amigos, son las 5 y 13 de la mañana de hoy lunes 09 de diciembre, un día especial, ya que respiro y puedo escuchar a los pajarillos cantar su cántico melódico, que intento comprender e interpretar y que culmino en que nos invitan a vivir en paz.
Ayer domingo 08 recordé a un maestro especial, un hombre bueno que vive su vocación sin igual.
Lo conozco muchos años, suficientes como para decir que vive plenamente el día a día, trabaja con energía desbordante para ver bien a sus hijos, es fuerte en su fe y convicciones, cuida a sus alumnos con alma, corazón y vida, coincidiendo con el hermoso vals, música de su patria, buen chalaco con corazón inmenso como el mar.
Cuándo fue enviado al planeta tierra Dios lo puso en la barriga de Emperita, su amada madre y Nacho, su noble padre, quienes lo criaron y cuidaron, hasta que la barca de su existencia fue comandada por él.
¿Qué evaluamos? era su clásica interrogante al participar de las recordadas reuniones pedagógicas, en una época donde el poder del maestro hacían de las matemáticas el curso del terror, pero que este buen maestro amigo supo inspirar a sus pupilos para que pierdan el miedo en un área del conocimiento donde los docentes eran "jaladores", y los alumnos necesitaban docentes diferentes como Mario, mi amigo, eficiente como el teorema de Pitágoras, veloz como la electricidad, preciso como los cabezazos que entraban al arco de sus eternos partidos de fútbol, su deporte preferido, su alegría de ver ganar al Alianza Lima de sus amores.
Este buen maestro marcha por la vida siempre alegre, ya que es un Antoniano de amistad, y a lo largo de medio siglo ha preparado a sus alumnos mirando al futuro, con estudios de calidad, enseñó con honor en su colegio, enseñando a sus alumnos a cantar siempre la gloria del colegio San Antonio del Callao.
Aprendí mucho de él, sobre todo a ver a mis alumnos como seres extraordinarios, a concentrarme solo en sus dones y talentos para que se sientan motivados e inspirados a estudiar y aprender.
Una de las principales señales de que Mario estaba cerca era escuchar su potente voz, al punto tal que las aulas llenas de alumnos y de bullicios propios de un lugar donde hay más de 60 alumnos por salón, tenías que ser firme pero bueno, determinante pero no abusivo, amigable pero manteniendo la jerarquía de buen educador, su voz parecía el claxon de un camión que viaja por la carretera de la vida, esa que supo timonear y llevarlo por caminos que no esperaba, por cambios fuertes y llenos de retos, esos propios de un ser humano que vive con intensidad.
Lo he visto enseñar, reír a carcajadas, jugar fútbol, llorar, pensar, reflexionar, ayudar, aconsejar, gritar, bailar, animar, orientar, solidarizarse, estudiar, corregir, acompañar, rezar, bromear, perdonar, pedir perdón, extrañar, añorar, recordar, evaluar, viajar, sufrir, gozar, vivir intensamente, como los latidos imparables del corazón de un hombre bueno que quiere mejorar el mundo a través del don de dar.
Por todos lados lo conocen, en que tener 50 años de magisterio lo han llevado a dejar huella en sus miles de ex alumnos y alumnos de hoy, los cuales lo invitan a sus celebraciones de bodas de plata de egresados, donde brinda sus inolvidables clases modelo y goza del reconocimiento de sus mejores evaluadores: sus ex alumnos queridos.
Lo recuerdan en los colegios Concordia Universal, Don Bosco de los Salesianos, San José Maristas, José Santos Chocano, su amado e inolvidable colegio San Antonio Marianistas, San José Marello, la facultad de teología , colegio Santa Cruz, colegio Clara Cogorno, colegio Señor del Mar y colegio América de San Miguel.
¿Saben? la vida de un maestro es como la de un marino, lleva en el alma la caballerosidad del almirante, la "viveza" del pirata, la red del pescador para pescar hombres nuevos e incorporarlos a la red de la cultura y buena educación, y los remos infaltables, esos que sirven para avanzar por todo tipo de marea, para descansar cuando la mar está serena, o para remar bien, vivir y mantenerse vivo, y dar vida a los que viajan junto a el en esa barca que sólo con amor llegará al puerto final, llegará al objetivo hermoso de sentir la misión cumplida de mirar que el sol nos ilumina siempre, y que la vida de un maestro es una poesía romántica de esperanza en lograr un cambio en la humanidad.
Así es la vida de Mario, un hombre bueno, un as del aula, un abnegado tutor, un hombre que debe seguir enseñando, tal como le ordenó el ser divino, el ser superior.
Estas líneas van dedicadas al gran Educador Peruano Mario Narciso Luperdi Salgado, nacido en el Puerto del Callao, un mes de diciembre del siglo XX, cuyas líneas en homenaje a sus primeros 50 años de trayectoria son reales, sus miles de ex pupilos, padres de familia, amigos y colegas dan fe con total seguridad del gran sello humano que dejó y sigue dejando a través de sus enseñanzas en pro de la humanidad.
Te abrazo y agradezco, buen amigo, gracias por existir.
Por favor, sigue enseñando 50 años más...
Marco Antonio Malca Delgado
Lunes 09 de diciembre del año 2024
06:39 am
Muchas gracias Marco por esta semblanza de mi vida. Ser educador es la misión que Dios me dio al nacer y la cumpliré haata mi último soplo de vida.
ResponderEliminarSer maestro es dejar huella.
Amen
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