En varios países del mundo, incluyendo el Perú, los jóvenes que terminaron la etapa escolar, es decir su formación inicial, primaria y secundaria, guardan hermosos recuerdos de las aulas por donde pasaron los primeros años de su existencia, desde la infancia, niñez, pubertad y adolescencia , donde sus únicos deberes eran estudiar y ayudar en los quehaceres del hogar, ya que lo que restaba del tiempo era para otras actividades como jugar, ver televisión, manejar bicicleta,etc. Así era la vida cotidiana de un niño o joven en edad escolar provenientes de hogares constituidos y progresistas.
Hace poco, fui invitado a la celebración de las bodas de plata, es decir 25 años de egresados de una de las primeras promociones que tuve el honor de enseñar, y es realmente emocionante y gratificante para un educador, reencontrarse con sus alumnos después de muchos años y verlos convertidos en hombres de bien, en su mayoría padres de familia que luchan día a día por ser mejores personas, y llevar el pan de cada día a la mesa de sus hogares de manera digna y responsable.
Algunos de ellos a pesar de los años no cambiaron mucho en sus facciones y logré recordarlos de inmediato, inclusive llamarlos por sus nombres y apellidos completos, y a otros era más complicado, los miraba y les decía: tu eres... y en varios casos tan sólo bastaba para que me digan un nombre para recordar sus datos por completo, que alegría sentí al verlos después de 25 años, aunque en realidad los conocí hace 31 años, cuando eran niños, ahora todos en su mayoría pasan los 40 años de edad.
Uno de los momentos más emocionantes y trascendentes del reencuentro fue la tan añorada "clase del recuerdo", donde ellos se sentaron nuevamente en las "carpetas" de su aula y sus maestros de hace muchos años los hicieron sentir "nuevamente alumnos".
Qué admiración sentí por el maestro Hugo LLaja al llevar a cabo la clase del recuerdo de literatura y "culminar" de relatar a sus ex alumnos la novela "El Conde de Montecristo" de Alejandro Dumas, y hacerlo en una forma docta y lúcida, tal como hace más de 25 años, cuando esos "Cuarentones" de hoy eran adolescentes alegres y soñadores, palomillas y retadores, solidarios y traviesos, ahora convertidos en señores de bien, en padres de familia que desean ser felices haciendo felices a sus seres queridos.
Al tener la oportunidad de brindar con mucho afecto mi "clase del recuerdo", la dividí en dos partes, la primera fue una historia con un mensaje de vida y la segunda fue un hecho real que viví años atrás con un integrante de la promoción, a quién encontré en un centro comercial y bajó de su vehículo para expresarme que no supo escuchar los consejos que le dí cuando era estudiante, y que ahora es tan sólo un taxista, a lo que respondí que siga adelante, que su trabajo es digno, que no se sienta mal, pero insistía en auto culparse de no haber podido trascender más en su vida...ese encuentro me hizo reflexionar, y siempre me decía mi mi mismo: "Algún día compartiré esta experiencia con mis ex alumnos" y ese día llegó hace poco, donde les narré lo expresado líneas arriba, sin mencionar nombres y apellidos del protagonista por respeto a su persona, y tan sólo buscaba dejarles una pregunta, que era la siguiente: ¿Por qué regresaron a la escuela? ... y hubo un silencio absoluto, reflexivo, nostálgico, grato y fraterno; definitivamente retornaron a la escuela después de 25 años porque a pesar de los años se han dado cuenta que la formación recibida los primeros años de su existencia marcó un estilo de vida en ellos, y que la escuela, a través de sus dignos maestros marcaron sus mentes y corazones con cultura y buenos sentimientos, y tuvieron la gran oportunidad de fallar y enmendar sus errores, y caminar seguros por el mundo, con aciertos y dificultades, pero con fe, deseos de superación y fuerza de voluntad.
Un ser humano regresa a su escuela, cuando la misma "marcó su vida para siempre", eso sucede en muchas escuelas del mundo, donde al retornar, los ex alumnos sonríen, guardan silencio, se abrazan entre ellos, abrazan a sus maestros, oran juntos en la eucaristía, bailan en la cena de gala y prometen ser amigos por siempre...amigos hasta la eternidad.
Estas líneas es tan sólo la narración de una parte de lo que viví y sentí al reencontrarme con mis alumnos de la promoción 1993 "Jesús Alvarez Valenzuela" del colegio "San Antonio" - Marianistas del Callao, mi primera casa de trabajo como maestro, donde gocé y aprendí de todos sus integrantes, y con felicidad y esperanza puedo afirmar que mi patria y comunidad seguirá creciendo y progresando con la fe, empeño, energía, deseos de superación, calidad humana, ética y profesionalismo que mis alumnos de ayer y amigos de hoy brindarán a la tierra que los vio nacer.
Que hermoso es ser maestro, lo descrito líneas arriba es un regalo maravilloso.
Dios los bendiga por siempre.
Marco Antonio Malca Delgado.
Jueves, 22 de noviembre del 2018
00:15 am
Gran Maestro, gracias por estas lineas.
ResponderEliminarMuchas gracias. Dios te bendiga. A tu servicio.
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