Ayer conversando con Rodrigo,
quién tiene mi misma edad y nacimos el mismo mes, reflexionábamos sobre la
forma en que fuimos criados, ya que somos de la misma generación, aquella en
que los padres exigían mucho a sus hijos, y les inculcaban que por sobre todas
las cosas el respeto es fundamental para
que te abran las puertas del mundo, y que ese valor se brinda a todos,
ya sean niños jóvenes y adultos.
Yo era muy pequeño y no me daba
cuenta de lo importante que es ese valor, y cuando me acercaba a algún lugar
donde había una persona mayor, automáticamente decía “Buenos días señor”,
“Buenos días señorita”, “Buenos días padre”, “Buenos días casero”… ¡Sí! Porque
al casero de mi madre por más humilde que sea debía de saludarlo con alto
respeto y consideración… ya que es igual a todos y debíamos ser agradecidos con
los que nos sirven en el día a día.
En realidad me parece increíble
como con mi amigo Rodrigo habíamos tenido similar crianza, con firmeza y
exigencia, con amor y celo, con inmenso respeto como valor fundamental para las
relaciones humanas.
Cuando iba junto a mi madre al
mercado, ella le preguntaba a su casero de las verduras: “¿Casero saludó mi
hijo antes de pedirle algo la semana pasada?” y el señor le dijo: ”Sí señora,
el caserito siempre saluda, es muy educado y respetuoso”… y mi madre no me felicitaba, ni me daba algo
a cambio por haber saludado, era mi deber de estado saludar a donde iba, sean
mis familiares, amigos, mercados, bodegas, visitar a mis familiares,etc.
Historias similares me contaba Rodrigo,
y es que nos parecemos tanto que parecemos que fuimos criados por la misma
madre, con la misma exigencia, con la misma firmeza, con el mismo amor, con las
mismas normas que un hogar de los años 70s inculcaban en sus familiares, así
criaban los padres a sus hijos, y nadie se traumaba ni ofendía.
En la actualidad, en un gran
porcentaje el “Buenos días” se ha convertido en “Buenas”, o ya no hay despedida cuando uno se retira de
la escuela o del trabajo, y es que esa es la puerta de entrada del respeto
hacia los demás: “El respeto se
demuestra en forma natural y sin exageraciones…es mi deber de estado respetar
con convicción a los demás”.
Hoy soy una persona que tiene más
de 50 años, pero que vivo “marcado” por ese “sello” de respeto y consideración que
mi madre marcó en mi diario vivir desde temprana edad, ella me enseñó con gran
energía que el respeto es mi carta de presentación hacia el prójimo, y que el
saludo es la primera impresión que la gente se lleva de mí.
En realidad Rodrigo y yo somos
uno, tal vez no me entiendan, pero para hacerlo más fácil diré que él fue la
voz de mi conciencia que me hizo retroceder más de 45 años para recordar cómo
me formó mi mamá, esa buena mujer
norteña que puso todo su corazón para formar en valores a sus amados hijos.
Gracias por enseñarme a respetar
mi mamá Miriam de mi corazón.
Dios los bendiga por siempre.
Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 24 de febrero del 2019
23:39 pm
No hay comentarios:
Publicar un comentario