"Planta de tronco leñoso, grueso y elevado que se ramifica a cierta altura del suelo, formando la copa".
"Un árbol es una planta de tipo perenne, constituida por un tronco leñoso de cierta elevación, que se ramifica en una copa. La palabra, como tal, proviene del latín arbor, arboris, Los árboles, además pueden producir flores y frutos".
Ambos conceptos son definiciones del diccionario, muy claros por cierto.
Un árbol es un ser vivo especial, que los seres humanos a lo largo de la historia siempre lo han vinculado, con su vida, con sus proyectos, como fuente de vida, como "protector" cuando tenemos calor y su copa nos da sombra, cuando lo trepamos hasta llegar al punto más alto, cuando miramos maravillados sus hermosas flores y frutos que brinda a la humanidad.
Sirve también para dar cobijo a diferentes seres vivos de la naturaleza, como por ejemplo palomas, orugas, arañas, hormigas, etc, así como al ser fuente de vida, nos protege de la contaminación ambiental.
Hace poco estaba trotando por un parque, y al culminar de trotar me acerqué a un árbol específico, que siempre me atrae, estuve viendo su estructura, su corteza, sus hojas y su copa, ya tiene algunas raíces que se han extendido, y se nota que está muy aferrado al suelo.
Al observar lo descrito, recordé a las personas que he conocido en mi vida, en especial a aquellas personas que, como el árbol, han dejado huella en mi, por tener sólidas raíces morales y espirituales, sus ramas se han llenado de hojas buenas y flores fecundas, que en este ejemplo son mis familiares y amigos, esos "árboles humanos" son los que me han ayudado a esforzarme por ser una mejor persona, y siguen brindándome compañía , y que me han dejado un legado de pasión, amor, valores y deseos de superación.
El abrazar a un árbol es un acto espiritual y de vínculo entre dos seres vivos, un humano que camina por diferentes lugares, y un árbol, que sin caminar da vida, por muchos años crece, brinda flores y frutos y que a medida que pasan los años se aferran más a la tierra, su corteza se nota más arrugada, como cuando vemos a los ancianos de la familia, su rostro y cuerpo se han convertido en la corteza del árbol, con arrugas pero fuerte, con raíces sólidas, que les dan aplomo y sabiduría para afrontar toda situación.
Cuando abracé al árbol tan hermoso, viejo y con vida del parque Santa Eulalia, recordé a mi abuelo Alberto, a mi padre Roberto, a mi mamá Miriam, a la Señora Nelly, a la Señora Meche, al hermano Ludolfo, a Don Marquitos, a mi abuelita Aurelia, a mi tía Dora, a mi tía Goyita, a mi amigo Miguelito, al tío Chalo, a mi tío Benito, tío Alfredo y tío Wilson, al hermano Ernesto, al padre Javier, a María Luisa, a Manuel, a Paola, a papá Jorge... en fin... creo que soy afortunado al haber conocido y conocer a seres humanos tan fuertes como el árbol que ayer abracé, pero tan nobles que no podían vivir sin el amor de los demás, ese era su combustible para seguir trascendiendo.
Quiero ser un árbol bueno, anhelo ser un árbol de vida, un árbol que cada día busque dar sombra de amor y fe para todo el que necesite de mí, y que a pesar de mis errores y defectos pueda cambiar para ser mejor cada día de mi vida.
Gracias árbol bueno, te visitaré el domingo para abrazarte nuevamente.
Dios los bendice.
Marco Antonio Malca Delgado
24 de mayo del 2021
23:54 pm
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