Vivimos en una época "plagada" de líderes, antes, reconocer a una persona, hombre o mujer como tales, era una labor seria y de alto análisis del "candidato".
Lo cierto de todo esto es que un líder es una persona especial, que muestra sincero aprecio y se emociona con los avances de los miembros de su equipo, de velar por su bienestar y promover su desarrollo integral.
En el Perú, el desarrollo de la personalidad del "líder", es heterogéneo, es decir, tenemos líderes de todo tipo, estilos y formas de tratar a los miembros de sus equipos.
Tenemos "líderes" sin cargo, tal como describe el respetable escritor Robin Sharma, y que, al leerlo varias veces me deja enseñanzas de vida, una de ellas es que tienes una "valla alta" al ser líder de tu propia "barca humana", y que es nuestro deber crecer personal, profesional y espiritualmente.
En los años de servicio que vengo brindando a mi patria como profesional de la educación, veo a muchos docentes estancados en el mundo de la mediocridad y queja, de la indisciplina y falta de perseverancia en lograr sus metas y anhelos, y es ahí precisamente en donde debemos trabajar para romper esa parte de la historia, que quizás tenga que ver con sus historias de vida, niñez, pubertad y adolescencia y hasta de su vida entera.
Tenemos personas que ejercen funciones de liderazgo, pero que no necesariamente son líderes, ya que usan ese "poder" para su lucimiento personal o para generar grupos que pueda manejar o manipular a su antojo, inclusive en las que a pesar que conoce las normas y principios de su organización no las sigue ni respeta.
Nuestra experiencia humana no es perfecta: ¡Que bueno que no lo sea!, ya que ello nos invita a aprender a liderar nuestra existencia alejándola del egocentrismo y vanidad, del "yo lo sé todo y los demás son ignorantes", por el "aprendo de todos, me preparo y crezco con mi equipo", el celebrar con serenidad cuando logramos una meta, afirmar y estimular a mi equipo y seguir caminando junto a ellos, en vez de pensar en que "soy la estrella, y gracias a mi se logró el objetivo, nadie brilla como yo".
Un líder se pone el mismo "mandil" que todos los miembros de la organización, camina, se involucra, escucha, une, indaga, supervisa, evalúa, retroalimenta, genera esperanza, así como también se pone al frente cuando la institución está en peligro, soporta las balas que les cae y responde con la razón y con el corazón, es decir, con la tranquilidad que genera un liderazgo asertivo y transformador.
Una persona que influye en el equipo no se pone al centro de la foto con otro atuendo para marcar la diferencia, puede estar arriba, al centro o abajo, o puede no estar, ya que en su nobleza es la que está tomando la foto de su equipo para darse cuenta de los detalles, para decirle a todos que sonrían, para recordarles que sólo son un verdadero equipo si se aceptan e interesan por el desarrollo de todos.
El personalismo debe ser enemigo del liderazgo, ya que no se ejerce influencia en el equipo cuando actuamos con altivez y egoísmo, o siguiendo lineamentos que puedan causar daño a sus miembros.
Un verdadero líder está llamado a generar cambios de manera gradual y segura, siempre y cuando la corporación, empresa u organización le permita trabajar con tranquilidad en un plazo determinado a fin de lograr trascendentes metas, que representen progreso y prosperidad para el equipo.
Cuando la persona que lidera siente que ya cumplió su misión, se va por la puerta grande, agradeciendo y sonriendo a todos los miembros del equipo, deja todo organizado, y puede proponer a su sucesor(a), ya que parte de su misión era generar nuevos líderes transformacionales.
Liderazgo: gran reto de cambio en mente, corazón y espíritu en beneficio de la humanidad.
Personalismo: enemigo acérrimo del liderazgo que anhela desarrollo y progreso para la comunidad.
Marco Antonio Malca Delgado
Lunes 23 de setiembre del 2024
05:15 am
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