lunes, 29 de septiembre de 2025

EL "CHICHARRÓN" Y SUS CAMPEONES

Un conocido streamer organizó un "concurso mundial de desayunos", llegando a la final el Perú con su delicioso "pan con chicharrón", quedando finalmente campeón entre 16 países participantes.

Durante los días que duró ese "campeonato", escuchaba a muchas personas conversar sobre el mismo. Era el "tema del día", y nuevamente, los peruanos se unían por uno de sus principales orgullos: su gastronomía.

Cuando los peruanos nos enteramos de que habíamos logrado ser "campeones del mundo" en desayunos, muchos compatriotas sintieron felicidad. Políticos y personajes mediáticos salieron a expresar su orgullo y alegría por tan "trascendente campeonato". 

Hasta la presidenta de la república expresó su beneplácito: ¡Aplausos para el pan con chicharrón!, manifestó, enfatizando también que "en unidad se hace historia" bajo la coyuntura de este "campeonato mundial".

En lo personal, y bajo los graves problemas políticos, sociales, culturales, económicos y de seguridad interna de mi patria, el Perú, siento vergüenza al ver que algo tan intrascendente como un concurso de desayunos logre tanta expectativa, como si el mismo salvara a mi patria de la ignorancia y la corrupción. Esas "simplezas" son observadas por los principales espectadores de un país, que son los niños y adolescentes, quienes perciben una "falsa esperanza" al ver que somos "primeros en el mundo" gracias al pan con chicharrón.

¿Por qué no somos campeones mundiales en buena educación? ¿En seguridad? ¿En gobernantes incorruptibles? ¿En puntualidad y afán por el estudio y superación personal?

¿Por qué somos tan tibios? ¿Es que el pan con chicharrón nos hará cambiar de actitud, dejar el egoísmo y la envidia y luchar por la tan ansiada reconciliación nacional?

¿Por qué no somos campeones del mundo en respetar las normas y reglamentos? ¿Será que mi patria no tiene salvación? ¿Somos tan incompetentes que no podemos competir para ser el país con mayor empatía y civismo? ¿Campeones en urbanidad y buenos modales? ¿Campeones en un sistema de salud de primer nivel? ¿En honradez y trabajo digno?

A ver, intentaré hacer un acróstico con la palabra "Chicharrón":

C hicharrón peruano, te coronaste campeón del mundo

H oy la gente festeja esta falsa ilusión, e

I magina un Perú mejor, un sueño lejano hasta hoy

C ampeones en buena educación, es la búsqueda responsable,

H oy la gente mira el futuro con desmotivación

A lzo la mirada y visualizo el mañana,

R ezo por mi patria para ejercer un cambio

R ompo las cadenas de la irresponsabilidad y el abuso

O jalá mi patria cambie, y se convierta en una sociedad

N ueva, que no acepte ser engañada y sea de las mejores.

El verdadero campeonato que el Perú necesita ganar no se juega en redes sociales ni se celebra con aplausos efímeros. 

Se construye día a día en las aulas, en los hogares, en las calles, en cada acto de honestidad y compromiso ciudadano.

 Solo cuando el pan con chicharrón deje de ser símbolo de evasión y se convierta en inspiración para el cambio, podremos decir que estamos en camino a ser campeones del mundo en dignidad, justicia y educación.

El Perú no es un "pan con chicharrón", es un país hermoso que busca ser campeón del mundo en buena educación.

Ojalá que el próximo "streamer" convoque a un "campeonato mundial en buena educación".

¿En qué puesto quedaríamos?

Dios los bendice.

Marco Antonio Malca Delgado

Lunes 29 de septiembre del 2025

23:19 p.m.






       

martes, 23 de septiembre de 2025

LA ÚLTIMA HERMANA

Rosita es la última hermana, niña conversadora, despierta y carismática que se hacía ganar rápidamente el afecto y amor de todos los que le rodeaban aparte de su familia.

Le gustaba jugar junto a Jorge, Georgina, Gustavo, Julio, Elena, Gonzalo y Nellyta, sus entrañables hermanos, bajo el cuidado de sus padres Mariano y María Genoveva, en su hermosa tierra Piurana.

Fue formada en la fe católica, y le gustaba estudiar y compartir, y, fue creciendo, no sólo en lo físico y cronológico, sino también en su espiritualidad y sabiduría.

Fundó su propia familia, la cual supo cuidar y empujar al éxito y realización, todo a base de esfuerzo, amor y determinación.

Los años fueron pasando, y ya se iba poniendo mayor, así como sus amados y entrañables hermanos, con los que ya no frecuentaba seguido y compartían todo tipo de vivencia como cuando eran niños, donde se guardan y atesoran los más bellos recuerdos de la etapa más hermosa del ser humano: la infancia corta, la única oportunidad para ser feliz a través de la inocencia de los más queridos del hogar.

Rosa educó a sus hijos como la formaron a ella, con valores y principios, con amor y afecto familiar, e inspiró a sus hijos el amor a su familia, en especial a sus primos hermanos, es decir, a los hijos de sus hermanos, y así vivir realmente en el calor de una gran familia, esas donde los padres e hijos, comparten todo tipo de momento, los alegres, felices, de esparcimiento, así como los retadores, los momentos tristes y el estar cuando más la familia necesita del amor de sus miembros.

El viernes vi a Rosita, lucía diferente, aunque emanaba energía bondadosa, caminaba con ayuda de sus hijos, quienes con mucho amor la ayudaban a caminar, devolviendo con amor lo que hizo ella por ellos hace más de 3 décadas: enseñarles a caminar para que puedan valerse por sí mismos y avanzar por la vida disfrutando de sus logros.

Rosita estaba vestida de negro, sus cabellos negros de ayer, se convirtieron en  blancos como la paz, esa paz que transmite una persona que ha transitado por diversos senderos en su historia de vida, junto a papá, mamá y hermanos queridos, cada uno inigualable, cada uno todo corazón. 

Para ella, ese viernes se convirtió tal vez en uno de los días más tristes de su larga vida, ya que asistió al funeral de una de sus hermanas mayores, de su linda y bondadosa Elenita.

Fue realmente conmovedor el observar como se acercó al ataúd y llorar por su última hermana que le quedaba en el mundo, y orar por su descanso eterno, como una verdadera hermana sabe llorar.

Aunque es invidente en los últimos años, siempre estaba pendiente de Elena, llegando a visitarla, y si bien es cierto no la veía físicamente, pero la tocaba, la abrazaba y se reían recordando los años maravillosos de la niñez.

Rosita se ha convertido en la hermana valiente que ha visto partir a todos sus hermanos, incluyendo a sus padres, su fortaleza física, pero más la espiritual le permiten seguir caminando por el mundo.

¿Saben? Ya no tengo físicamente a mis padres, mamá se fue hace 6 años y papá hace poco más de 4 meses, tengo a todos mis hermanos caminando por la vida, y ahora que somos mayores siento que debemos querernos más, que debemos mirar tan sólo el lado bueno de cada uno de nosotros, que debemos acompañarnos, así como lo hicieron los hermanos de Rosita.

Nacemos un día, y al día siguiente ya no estamos, somos niños un día y al día siguiente somos ancianos, nos bautizan un día y al día siguiente nos extienden la partida de defunción: ¿Cuál es el real sentido de la vida? Pues muy fácil: actuar con gran corazón y fe, ayudándonos mutuamente, tal como los hicieron los hermanos de esta sentida historia.

No quiero pensar quién será el último de mis hermanos que vea partir a todos, pero de lo que si estoy seguro es que los hermanos deben permanecer unidos, tan unidos como los actores de este hermosa obra teatral llamada familia, dentro de ella la familia de Rosita, la última hermana, la que con sabiduría sabe conversar y aconsejar, sabe compartir a pesar del dolor, supo ser hermana para sus hermanos, quienes ahora son sus ángeles custodios, quienes cuidan desde la eternidad a su hermana menor de 92 años, la que siempre los amó y compartió momentos bellos.  

Gracias Rosita, tocaste mi corazón.

Dios los bendice

Marco Antonio Malca Delgado

Martes 23 de setiembre del 2025

23:49 pm