En Navidad todos son buenos, inclusive los más “malos”.
La gente se sensibiliza, se acuerda de su niñez, de sus padres, de los más necesitados, y se reconcilia, perdona y pide perdón. Se siente un ambiente “políticamente fraterno”.
Recuerdo que desde que tengo uso de razón, las empresas, familias, vecinos, medios de comunicación, etc., enviaban tarjetas de Navidad a sus allegados.
“Que la llegada del Niño Jesús reine por siempre en sus corazones.”
“Que el niño del pesebre nos ilumine con su estrella de Belén.”
“Paz y armonía, no hay Navidad sin Jesús.”
“Feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo.”
“Jesús nacido reine en sus mentes y corazones por siempre.”
“Que la estrella de Belén brille por siempre en nuestros corazones.”
“Sembremos mil flores de colores en esta Navidad.”
“Navidad: Tiempo de amar y vivir en paz.”
“Navidad: No hay regalo más hermoso que perdonar y amar.”
“Construyamos un mundo mejor en esta Navidad.”
Y un largo etcétera de buenos deseos y hermosas metáforas con motivos de la celebración del nacimiento de Jesús de Nazareth, el hombre más extraordinario de la historia mundial, creas o no que es el Hijo de Dios.
Recuerdo que mis padres también contrataban los servicios de una imprenta para el diseño y mensaje de las tarjetas de Navidad, la cual al final expresaba:
Son los sinceros deseos de Roberto Malca Cobián, Miriam Delgado de Malca e hijos... ¡Qué bello recuerdo!
Como los menores veíamos que los adultos compartían en forma casi masiva esa “cortesía navideña”, comprábamos con nuestras propinas tarjetas baratas para dárselas a nuestros amigos a través de una visita si era del barrio, o personalmente si era un amigo de la escuela.
Recuerdo a los amigos del barrio sobre todo. Era una época donde, a mi parecer, el ambiente navideño se tornaba más fraterno, la amistad era más verdadera, había vecinos que eran casi como mis padres, y sus hijos como mis hermanos. Eso ya casi cambió radicalmente.
Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar la esencia de la Navidad: la capacidad de mirar al otro con amor, de tender la mano sin esperar nada a cambio, de sembrar paz en medio de la prisa y la indiferencia. Que esta Navidad no sea solo un recuerdo, sino el inicio de un compromiso: reconstruir la fraternidad que el mundo tanto necesita. Porque cuando elegimos amar, elegimos transformar.
Bueno, hoy que es el último domingo del año, deseo enviar una tarjeta a todos mis semejantes. Aunque su contenido sería extenso, deseo expresar lo siguiente:
“Esta Navidad deseo que el Espíritu Santo te acompañe y bendiga, que la llegada del Niño Jesús ablande tu mente y corazón y ayudes a todo el que necesite de tu mano. Te ofrezco mis oraciones, mi sangre y asistencia, esa misma que el Divino Maestro donó hacia nosotros. Te envío la estrella de Belén para que ilumine siempre tu camino, pero sobre todo un corazón grande para amar y fuerte para luchar.”
Es el contenido de mi tarjeta navideña, se las ofrezco con humildad.
Ya se las envío a través de mi paloma mensajera.
Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 28 de diciembre del 2025
21:54 pm
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