sábado, 6 de octubre de 2018

DUNKER PARA LA ETERNIDAD

Desde que nacemos, iniciamos una carrera por la vida, la cual será una intensa aventura llena de colores y peripecias de todo tipo, y a través de ellas creceremos, maduraremos, reiremos y lloraremos, Dunker no fue la excepción de la regla, su paso por el mundo tuvo un gran sentido, dejó huella por donde transitó, pero por sobre todo tuvo la voluntad de trabajar para tener un hogar próspero y digno.

Nacido un 18 de diciembre de 1931, su vida estuvo llena de grandes retos, su querida madre partió joven, y tuvo que afrontar la vida con fuerza, valor y fe, no fue fácil, ya que tuvo que ser padre para sus hermanos menores, una de sus primeras labores fue arreglar somieres, y gracias a su carisma y tesón lograba llevar el sustento para su modesto hogar.

Pasaron los días y los años, y el joven Dunker ingresó al mundo de las ventas, en el cual se sintió "como pez en el agua", ya que fue la ocupación que marcó su vida profesional, en definitiva había nacido para ser vendedor, y no del montón, sino de aquellos que creaba su estrategia y método de ventas, de aquellos que conquistan a sus clientes, de aquellos que terminaban vendiendo su amistad dada su alegría y buen corazón.

Pero su mejor conquista fue enamorar a su adorada Marina, su compañera de toda la vida, con la que cimentó su buen hogar, llegando Zoila, Marina, Ronald y Cecilia, sus queridos hijos, quienes se convirtieron en su alegría y motivación. 

Los años pasaron y Dunker se convirtió en un próspero empresario, llegando a fundar su propia empresa en unión de dos grandes amigos, y tal vez no se dio cuenta, pero formó un equipo de vendedores capaces de vender "todo", su empresa tuvo su propia escuela de ventas, logrando liderar el mercado de electrodomésticos y formar un equipo progresista y comprometido.

Su vida estuvo llena de experiencias y vivencias, de éxitos y dificultades, de aciertos y errores, de alegrías y tristezas, de lágrimas y sonrisas, de perdonar y pedir perdón, de amar y sentirse amado, de trabajar y descansar, de bajar y subir, de días claros y oscuros, y siempre estuvo allí, de pie para seguir luchando como todo buen soldado de su existencia.

Los años mayores llegaron para el, y aún así seguía trabajando, y es que trabajar era para el su mejor pasatiempo, la satisfacción de sentirse útil y llevar el sustento a su digno hogar, y llegaron los 80 años de edad y aún habían fuerzas para más, pero las olas de la vida lo llevaron a pasar sus últimos años en su casa, junto a Marina, a sus hijas y nietos, ya los pasos eran más lentos y débiles, ya el fuego de su vida estaba cercano al horizonte.

¿Saben amigos? Hoy fui a visitar a Dunker pero no lo encontré de pie, como siempre acostumbraba, hoy lo vi dormido dentro de un ataúd, pero tan solo estaba su cuerpo, la llama de su existencia había partido a la eternidad, a ese lugar llamado cielo, donde los que tienen fe en Dios anhelan algún día llegar.

Hoy fue un sábado diferente, hasta el cielo envío una lluvia de lágrimas anunciando que ya no lo veremos físicamente, y nos hizo recordar una vez más que no dejemos para mañana lo que debemos hacer hoy, que nos abracemos todos los días y que no dejemos de expresarnos palabras llenas de amor.

Estas líneas son para recordar a un hombre bueno, amigo de mis amados padres, a quién conocí desde que tengo uso de razón, quién me dio la oportunidad de trabajar en su empresa cuando era muy joven, quién con sincero aprecio aconsejó y regalo maravillosas experiencias del trabajo y del corazón.

Hoy te dedico estas líneas a ti... Dunker para la eternidad.

Por favor, no olvides hacer reír al Señor.

Marco Antonio Malca Delgado
Domingo 07 de octubre del 2018
01:32 am


 






 

 

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