¡Hola, niños y jóvenes de buenos corazones!
Los saludo fraternalmente y les deseo superación, optimismo y felicidad.
He aquí algunas expresiones que escucho decir a la gente en la comunidad, ya sea en la calle, en el bus o en los centros comerciales.
Estoy seguro de que les harán pensar, reflexionar, y finalmente, sacar sus propias conclusiones. Posiblemente, incluso, cambiarán de actitud.
Dice la gente:
- “Los jóvenes de hoy no saludan”, pero sé que ustedes sí lo hacen.
- “Los jóvenes se expresan de manera insolente”, pero sé que de su boca solo salen palabras dignas, cultas y llenas de buenos deseos.
- “Los jóvenes de hoy son violentos”, y no estoy de acuerdo, pues veo paz reflejada en sus miradas.
- “Los jóvenes no estudian”, todo lo contrario: investigan apasionadamente y tratan de ordenar su tiempo e información.
- “También dicen que son indiferentes”, pero observo con emoción una solidaridad increíble y digna de imitar.
- “No quieren a sus padres”, y eso me preocupa, pues muchos padres no les ofrecen su tiempo y apenas los ven durante la semana.
- “Dicen que no tienen identidad”, y pienso que los adultos somos responsables de ello.
- “Que imitan modelos extranjeros”, y no dudo en afirmar que ustedes aman a su patria: son auténticos peruanos, dispuestos a transformarla.
- “Que no creen en Dios”, imposible, si los veo actuar con amor al prójimo. Son los preferidos del Señor.
Queridos jóvenes amigos, todo esto y mucho más escucho decir a la gente. Día tras día, en distintos lugares de este mi diario vivir, escucho diversas opiniones sobre ustedes.
No dudo que analizarán estas líneas cuidadosamente para clarificar si es cierto lo que se dice. Pero lo que yo les puedo asegurar es que no pensaré de ese modo cuando se dirijan a mí, pues solo opinan así los negativos, los que han perdido la esperanza en un mundo nuevo construido por ustedes.
Y ahora, para cerrar este mensaje con el corazón abierto:
Hoy más que nunca, el mundo necesita de su energía, de su creatividad, de su capacidad de amar sin condiciones. Ustedes son la semilla de un mañana más justo, más humano, más luminoso. No permitan que las voces del desencanto apaguen su luz interior. Sean valientes, sean auténticos, sean constructores de paz.
Confío en ustedes.
Confío en su fuerza para cambiar lo que parece imposible.
Confío en que, a través de sus acciones, la gente dirá cosas cada vez más bellas, llenas de admiración y esperanza.
¡Dios los bendiga por siempre!
Marco Antonio Malca Delgado
Jueves 07 de agosto del 2025
05:09 a.m.
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